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Baila ГЃngel MГ­o
Virginie T.











Caitlyn es la artista principal del American Ballet Theater de Nueva York desde hace varios aГ±os. Solitaria e introvertida, su vida gira en torno a la danza y su mayor fan no es otra que su abuela. Todo da un vuelco cuando alguien se pone a acosarla. ВїQuiГ©n puede ser y con quГ© fin? Su abuela estГЎ dispuesta a todo para protegerla, incluso ponerla en el camino de su misterioso vecino Baraqiel.


Baila ГЎngel mГ­o


Baila

ГЃngel mГ­o



Los ГЎngeles caГ­dos-tomo 1



Virginie T



Traducido por Gloria PГ©rez Rodriguez


В© 2020. T. Virginie

DГ©pГґt lГ©gal : Mai 2020


CapГ­tulo 1

Caitlyn

Hace tiempo que bailo y no deberГ­a ya estar tan estresada. Al fin y al cabo, los ensayos tienen lugar siempre de la misma forma y ya he conseguido el papel principal, igual que las cinco veces anteriores. No me llaman la estrella emergente del American Ballet Theater por nada, y desde luego, no he robado a nadie mi lugar. He luchado y he sacrificado muchГ­simas cosas para llegar aquГ­. El baile forma parte integrante de mi vida, de mi ser, y no voy a dejar que los Гєltimos acontecimientos me impidan ser yo. Cierro los ojos, alejo de mi mente lo que me rodea y rememoro las etapas cruciales que me han conducido a este instante.

LleguГ© a Nueva York en mis aГ±os de juventud gracias a mi profesor de danza de entonces y su constante insistencia frente a mis padres. Nunca podrГ© agradecerle lo suficiente el futuro que me ha ayudado a tener. AГєn recuerdo el hostigamiento que mis padres tuvieron que soportar por su parte. Mason Jaz es una persona muy decidida, eso es lo menos que se puede decir, y tenГ­a gran interГ©s en mi Г©xito. EmpecГ© danza clГЎsica, como tantas otras niГ±as, a la edad de cuatro aГ±os, animada por mi madre que esperaba asГ­ canalizar mi exceso de energГ­a permitiГ©ndome al mismo tiempo abrirme al mundo y a las personas de mi entorno. Con mi metro de altura, era una niГ±a muy retraГ­da en busca de una escapatoria para el torbellino de emociones que anidaban en mГ­ y que yo no entendГ­a. Todo era fuente de conflictos interiores, estrГ©s, y hasta ataques de pГЎnico. AsГ­ que ya desde muy pronto habГ­a optado por mantenerme alejada de toda interacciГіn social. Un mГ©dico me habГ­a diagnosticado una forma de autismo, bastante ligera como para permitirme tener una vida mГЎs o menos normal y capacidades intelectuales dentro de la media, pero lo suficientemente desarrollada para que las relaciones humanas fueran un autГ©ntico problema para mГ­. En aquel entonces, eso no querГ­a decir nada para la niГ±a que era yo, salvo que era diferente a los otros niГ±os, y no habrГ­a necesitado a aquel seГ±or de bata blanca para darme cuenta. Mi madre habГ­a pensado que la danza podГ­a ser un remedio para mis males, un medio de expresar lo que yo retenГ­a dentro de mi cuerpo y de mi corazГіn. Si ella hubiera sabido entonces hasta dГіnde nos llevarГ­a esto, quizГЎ lo habrГ­a pensado dos veces. Mason vio muy pronto mi potencial y de simple pasatiempo, esta actividad pasГі a ser mi pasiГіn, devoradora, invasora y que modificГі la vida de toda la familia asГ­ como su visiГіn del futuro.

La danza, en efecto, habГ­a sido un verdadero remedio milagro. A travГ©s de ella, expresaba todo lo que sentГ­a en mi interior: rabia, deseos, amor. ComencГ© los concursos de baile con solo seis aГ±os, dejando atГіnitos a los jurados con mi madurez y llevГЎndome los premios cada vez. Mis padres me llevaban de ciudad en ciudad, quisiera o no, recorriendo Florida a lo largo y a lo ancho, de arriba abajo. Mis padres, en esa Г©poca me lo dieron todo para no obstaculizar mis progresos, dejando de lado sus propios deseos y necesidades. Para mГ­, no existГ­a nada mГЎs que la danza, por lo que al final, fue todo lo contrario de lo que querГ­an mis progenitores, que deseaban abrirme al mundo. Mi horario escolar se saturГі entre las clases normales del colegio a las que debГ­a asistir por obligaciГіn y las 10 horas de danza semanales, pero para mГ­ nunca era suficiente. Ya en esa Г©poca, yo solo vivГ­a para eso. Mi padre trabajaba un nГєmero incalculable de horas extra para pagar mis clases y el presupuesto familiar era ajustado, incluso aunque Mason no nos hacГ­a pagarlo todo. Mis padres tuvieron que renunciar a su anhelo de un segundo hijo por falta de tiempo y de medios. A mis ocho aГ±os, fue evidente para todos que las cosas no podrГ­an continuar asГ­ eternamente. El problema era que la danza se habГ­a convertido en mi droga, y que no podГ­a pasar sin ella. Las semanas de vacaciones eran siempre una verdadera tortura sensorial a pesar de mis entrenamientos en soledad, y la vuelta a las clases de baile, un autГ©ntico alivio, la bocanada de oxГ­geno imprescindible para sobrevivir. Mi profesor planteГі entonces a mis padres la idea de enviarme a Nueva York, a la school of american ballet, el paraГ­so en la tierra para mis ojos. Su rechazo categГіrico e inmediato fue una puГ±alada en mi pequeГ±o corazГіn. Me negaban el derecho de ser normal, de ser yo. ViГ©ndolo con el tiempo, me doy cuenta de todos los sacrificios que hicieron para que yo pudiera cumplir mi sueГ±o, pero en aquel momento, era demasiado joven para comprender la situaciГіn y me sentГ­ furiosa con ellos. Enormemente.

—Enviadme a esa escuela especializada, por favor. Mason ha dicho que sería perfecta para mí.

—No puede ser, Caitlyn. Tenemos un trabajo, amigos, la casa… No puedes marcharte sola a miles de kilómetros.

—¡Pero si siempre estoy sola! ¿Cuál es entonces la diferencia?

Me fui bajo su mirada dolida a refugiarme a casa de mi confidente y mi fan incondicional nГєmero uno: mi abuela, que vivГ­a solo a algunas manzanas de allГ­.

—Abuelita, no me dejan cumplir mi sueño. Prefieren que acabe de camarera, pero yo, nací para bailar. Tú lo sabes. Con los pasos, lo digo todo. Lo necesito para sentirme bien. ¿Por qué no lo entienden?

—Oh, mi Caitlyn Cat, tranquilízate. Ven a darle un beso a tu abuela.

Mis tormentos, acurrucados entre sus brazos, escuchando su respiraciГіn lenta y regular, se calmaban siempre. AГєn hoy tiene ese perfume de rosa que se te sube a la cabeza y esa voz pausada debida a la larga experiencia de la vida. Siempre ha sido la Гєnica con la que tengo la sensaciГіn de ser como todo el mundo. Me comprende incluso cuando no pronuncio ni una palabra. Nunca me ha considerado como alguien rara, sino como su querida nieta a la que llama cariГ±osamente mi Caitlyn Cat.

—Todo acabará por arreglarse a su debido tiempo, cielo. Ya lo verás.

Yo no lo creГ­, pero no contestГ© nada, porque mi abuela era y sigue siendo hoy la persona a la que no querГ­a decepcionar bajo ninguna circunstancia. AdemГЎs, tenГ­a razГіn. CostГі dos aГ±os. Dos largos aГ±os de lucha entre mis tercos padres y mi perseverante profesor, dos aГ±os de frustraciГіn y de ir y venir a casa de mi abuela para calmarme, pero terminamos por dejar Florida. Mis padres pidieron el traslado a Nueva York para poder seguirme en esta aventura, ya que les parecГ­a demasiado joven para estar lejos de mi familia. Ese dГ­a fue un autГ©ntico sufrimiento. En mi afГЎn por ir a una escuela especializada a la altura de mis esperanzas, no me habГ­a dado cuenta de que dejar este lugar soleado significaba alejarme de mi abuela. Fue un dolor indescriptible, solo aplacado por la promesa que ella me hizo.

—Iré a verte con regularidad y nunca me perderé tus actuaciones. Te lo prometo, Caitlyn Cat. Y tú, prométeme que darás todo lo que tienes para llegar a la cumbre. Haz realidad tu sueño y muestra al mundo entero quién es la verdadera Caitlyn.

—Te echaré de menos, abuelita.

¡Cuánto lloré en el coche que me llevaba hacia mi destino! Pero fui incapaz de decir ni una palabra de agradecimiento a mis padres que, sin embargo, lo dejaron todo por mí: a su familia, a sus amigos, su casa… Aún hoy, el recuerdo de mi despedida a mi abuela me provoca una punzada en el corazón y me hace sonreír al mismo tiempo. Porque ella cumplió su promesa, y yo, la mía.

Para muchos, la entrada en la school american ballet es un mito, algo que se espera, con lo que se sueГ±a, pero que nunca se consigue, porque estГЎ reservado a la Г©lite y a algunos privilegiados con una vida extraordinaria. Afortunadamente para mГ­, Mason me habГ­a preparado bien y el hecho de entrar en la escuela no fue mГЎs que una formalidad. Con solo 10 aГ±os, deslumbrГ© a los mayores con mi actuaciГіn y las emociones que transmitГ­a a travГ©s de mis pasos. EncadenГ© piquets, arabeques y sauts de chat sin ningГєn paso en falso y obtuve una beca completa para formar parte de las clases a partir de la semana siguiente con las adolescentes. De nuevo, una nueva diferencia con respecto a los demГЎs. La diferencia de edad hacГ­a que no tuviГ©ramos en absoluto la misma vida y los mismos objetivos a pesar de la pasiГіn comГєn, por lo que yo seguГ­a aislada. Las chicas de quince aГ±os se desarrollaban en sus cuerpos con granos y buscaban las miradas de los chicos, mientras que yo pasaba los dГ­as ante el espejo con el fin Гєnico de alcanzar la perfecciГіn en mis ejercicios. La situaciГіn no cambiГі mucho en realidad desde entonces, porque los celos frente a mis progresos mantuvieron las distancias. Mi fase de adolescente no tuvo gran cosa en comГєn con la de las demГЎs. SГ­ que flirteГ© un poco, mГЎs que nada para hacer como los demГЎs, no porque lo deseara realmente, y no fue un gran Г©xito. Entre esos chicos en busca de experiencia y yo, se alzaba una barrera invisible: la falta total de comprensiГіn. Yo nunca entendГ­a lo que esperaban de mГ­, y viceversa. Por otro lado, yo misma tampoco sabГ­a lo que esperaba de ellos. Estar menos sola, seguramente. La experiencia no fue desagradable, pero no sentГ­a ningГєn afecto especial por mis novios, y teniendo en cuenta lo rГЎpido que me dejaban, creo que era recГ­proco. Al resultar poco convincentes estos intentos, me decidГ­ finalmente a quedarme sola antes que ser una incomprendida.

Y aquГ­ estoy doce aГ±os mГЎs tarde, preparada para salir al escenario y hacer el ensayo general de La Bella Durmiente del Bosque. Encarnar a la princesa Aurora es como un sueГ±o de niГ±a y maГ±ana, en el estreno, mi abuela estarГЎ ahГ­, en primera fila. Se quedarГЎ en mi casa durante algunos dГ­as antes de volver a su hogar y este espacio de tiempo nos permitirГЎ dejar atrГЎs el pasado, borrando esa ausencia tan sentida durante estos meses de separaciГіn. Mis padres tambiГ©n estarГЎn ahГ­, pero demasiados rencores que nunca se han expresado obstaculizan nuestra relaciГіn. Mi entrega a la escuela de ballet y mi beca de estudios me han permitido levantar rГЎpidamente el vuelo y, al mismo tiempo, tener mi independencia. Muy pronto, estallaron los reproches y mi condiciГіn de hija ingrata cobrГі impulso. Me echaban la culpa de haberles hecho dejar Florida y no concederles nunca ni el tiempo ni la consideraciГіn que como padres esperaban recibir por derecho propio. Siendo aГєn joven, les replicaba que les habГ­a pedido dejarme ir a Nueva York, pero nunca que se fueran conmigo. ВЎComo si unos padres dignos de ese nombre fueran capaces de enviar a una hija de diez aГ±os a miles de kilГіmetros sola! Las cosas se agravaron rГЎpidamente y, ahora, es demasiado tarde para poner remedio a la situaciГіn, considerando ademГЎs que los celos con respecto a mi excepcional relaciГіn con mi abuela han alcanzado proporciones catastrГіficas. En lo mГЎs profundo de mГ­, les agradezco haberme dado tanto, pero soy incapaz de expresarles mi reconocimiento y es demasiado tarde para que quieran entenderlo. Como resultado, solo soy una decepciГіn para ellos a pesar de mi increГ­ble Г©xito, y el sacrificio de un segundo hijo que les habrГ­a dado mГЎs que yo se deja sentir.

Mi felicidad sería total si mi celebridad, al fin y al cabo relativa —reconozco que el mundo de la danza no es lo mismo que Hollywood con las estrellas de cine—, no se acompañara de las molestias que ocasiona la promoción. Mi foto aparece por todas partes en Nueva York desde hace semanas para hacer la publicidad del espectáculo que tendrá lugar en el famoso Lincoln Center, y desde entonces, no puedo poner un pie en la calle sin que me reconozcan, sin firmar autógrafos y, lo más preocupante, sin recibir cartas un tanto desagradables. Intento hacer caso omiso, pero la recurrencia de estos correos empieza a debilitar mi moral. Sin embargo, no tengo tiempo de pensar más en ello.

—Caitlyn, te toca. Tu solo en el bosque.

AllГЎ voy. Gran jetГ© para llegar al centro del escenario, entrechats, pas de bourrГ©, manГЁge y despuГ©s, pirouette fouettГ©. En danza clГЎsica, todo es cuestiГіn de ritmo, de precisiГіn, de elegancia y de mГєsculo. Tengo un cuerpo esbelto sin ningГєn esfuerzo especial, lo que me vale la envidia de muchas bailarinas que deben seguir un estricto rГ©gimen, y eso me permite estar en total armonГ­a con la mГєsica que me transporta a otro mundo, un mundo puro en el que me muevo sin ningГєn obstГЎculo. MГЎs bien, me movГ­a. Por mГЎs que intento cerrar mi mente a los pensamientos extraГ±os que se apoderan de mГ­, es imposible crear muros entre mis sentimientos y mi expresiГіn artГ­stica, que siempre han estado estrechamente unidos. SГ©, incluso antes de dar mi Гєltimo salto, que no he estado a la altura. Lo siento en lo mГЎs profundo de mГ­ y el rostro de las otras bailarinas de la compaГ±Г­a me lo confirma. ВЎParecen tan satisfechas de verme fracasar! El mundo de la danza es un mundo de tiburones, al igual que Wall Street. EstГЎn al acecho de la primera ocasiГіn que les permita apoderarse de mi lugar y ocupar el centro del escenario. Agatha es la mГЎs cruel de todas. Es mi mГЎs feroz competidora, la mГЎs despiadada. Cualquier pretexto es bueno para ponerme en una situaciГіn incГіmoda. Me la tiene jurada desde mi integraciГіn en el American Ballet. Antes de mi llegada, ella era la mayor esperanza de la compaГ±Г­a. Pero aparecГ­ yo con mi cara inocente y mi ignorancia de la competiciГіn y ella se convirtiГі en la segunda, mi suplente en caso de accidente, salvo que nunca ha ocurrido un accidente. Agatha me lleva ocho aГ±os. Vive sus Гєltimos aГ±os en el escenario y se ha vuelto cada vez mГЎs malvada con el paso del tiempo. Supongo que querГ­a tener un gran final para su carrera y es consciente de que yo soy la causa de ese fracaso. Yo estoy en la flor de la vida mientras que a ella solo le quedan diez aГ±os de danza como mГЎximo por delante. Haga lo que haga, siempre estarГ© ahГ­, arrebatГЎndole el lugar que considera legГ­timamente suyo, y todo su dinero no podrГЎ hacer nada nunca. Agatha es la descendiente de una gran familia de aristГіcratas que posee muchas propiedades en los barrios mГЎs elegantes de Manhattan. Durante mucho tiempo, creyГі que su prestigioso apellido le abrirГ­a todas las puertas, aunque tuviera que poner algunos billetes sobre la mesa para desbloquear las cerraduras mГЎs rebeldes. Mi llegada puso fin a sus ilusiones y no lo aceptГі. LlegГі incluso a proponerme una importante suma de dinero para que me retirara del escenario. Evidentemente, se tomГі muy mal mi rechazo. No me interesa nada el dinero. ВїDe quГ© sirve ser rico si se es desgraciado? Sin la danza, tengo la impresiГіn de estar encerrada en mi propio cuerpo. No puedo vivir sin ella. Mi rival no lo comprendiГі ni lo comprenderГЎ nunca. A ella, solo le importa la gloria. La gloria y el reconocimiento. ВЎComo si el ballet fuera un mundo de glamour y brillo! Es sobre todo un mundo de sudor y de trabajo duro.

—Ehhh… Caitlyn. No pareces estar en tu mejor forma. Puedo sustituirte si tienes la mente en otro sitio. El público no perderá nada con el cambio, puedo asegurártelo, y debemos pensar en nuestros fans antes que nada.

Como si fuera a aceptar. Prefiero pasar por delante de ella sin ni siquiera dirigirle una mirada. Lo que la pone aГєn mГЎs furiosa que un duelo verbal es cuando alguien la ignora. Lo comprendГ­ muy rГЎpidamente.

—No eres más que una zorra. El papel principal me corresponde a mí, y lo tendré.

En sus sueГ±os, seguro. En realidad, yo ocupo ese lugar y no estoy dispuesta a dejarlo. Es hora de que aprenda a vivir con ello.


CapГ­tulo 2

Caitlyn

El dГ­a del estreno ha llegado por fin. A pesar del recrudecimiento de las cartas tan desagradables dirigidas a mГ­, he conseguido recuperar el control, pensar serenamente y dejar salir todas las emociones persistentes en mГ­ a travГ©s de la danza. Esto no ha sido fГЎcil, porque las cartas se han vuelto cada vez mГЎs amenazadoras a medida que se acercaba el espectГЎculo, y la Гєltima, con fecha del mismo dГ­a, no ha llegado al teatro como las otras, sino directamente a mi casa, a mi santuario, mi refugio, que entonces me ha parecido menos seguro y reconfortante. Al coreГіgrafo le han parecido demasiado agresivas mis expresiones durante nuestro Гєltimo ensayo y me ha pedido que suavice los rasgos de mi rostro todo lo que pueda con el maquillaje para esta noche, pero en conjunto, estГЎ satisfecho con mi actuaciГіn.

Mi abuela estГЎ ahГ­, lo sГ©, siento su mirada sobre mГ­. No ha tenido tiempo de pasar a verme por mi camerino antes de que empezara la representaciГіn, pero siempre sГ© cuГЎndo estГЎ ahГ­. Enseguida me siento mГЎs tranquila, lo que realmente necesito. Como para todo autista, el ruido, la gente, son factores muy difГ­ciles de soportar. Afortunadamente, la sala se sumerge en la oscuridad y el pГєblico se queda en silencio, concentrado en la mГєsica y los bailarines que se mueven con fluidez sobre el escenario, mientras cuentan uno de los mГЎs famosos cuentos para niГ±os. Hago mi entrada con algunas piruetas sobre las puntas. Cierro los ojos y dejo que me lleve la mГєsica. Siento la vibraciГіn de los sonidos desde las puntas de los dedos de los pies hasta las de mi cabello, ondulando al ritmo y ocupando todo el espacio disponible en el escenario. Mi corazГіn late con las notas de los violines y mi respiraciГіn se acelera a medida que mis pasos se encadenan. En lo mГЎs profundo de mi ser, experimento las sensaciones: el exilio de Aurora, su aislamiento en medio del bosque, la alegrГ­a de encontrar a los suyos, la pena de perderlos en cuanto vuelve y la esperanza de ser amada por fin. Este ballet estГЎ hecho para mГ­. De alguna manera, relata mi propia vida, desde que dejГ© Florida hasta el momento en el que encontrГ© mi lugar en el escenario. Para mГ­ no hay prГ­ncipe encantador, pero sГ­ un gran amor: el de la danza. Esta pasiГіn que llena mi corazГіn de entusiasmo. ВЎEl tiempo pasa tan rГЎpido en el escenario! A un ritmo desenfrenado que no consigo comprender. Muy rГЎpido, demasiado rГЎpido, el ballet se ha terminado. El telГіn se baja con los aplausos atronadores de los espectadores. Todo este alboroto me provoca tensiГіn en los hombros. Quisiera poder escaparme corriendo lejos de la gente, pero es imposible. Soy la primera bailarina del espectГЎculo y los espectadores han venido a verme a mГ­ en su mayorГ­a. He logrado conseguir que los saludos no se eternicen, pero es la Гєnica concesiГіn que me han dado. Aprieto entonces los dientes mientras que salen al escenario todos los demГЎs y saludamos al pГєblico todos juntos en cuanto se levanta el telГіn rojo. Ahora la sala estГЎ iluminada, y me doy cuenta entonces de las muchas personas que han venido, pero prefiero no pararme a pensar en esta imagen porque si lo hago, entrarГ© en pГЎnico. Busco a mi abuela con la mirada. EstГЎ en su lugar habitual, en el palco a la izquierda del escenario, y me concentro en su cara. Sus rasgos no han cambiado desde su Гєltima visita hace diez meses. Parece que el tiempo no pasa por ella. Su cabello plateado estГЎ recogido en un sofisticado moГ±o y su ropa resalta su fina cintura. Aunque estoy lejos de ella, adivino el orgullo en sus ojos y su esbozo de sonrisa. Distingo por el rabillo del ojo a mis padres junto a ella, pero como cada vez que me miran, sus rostros no expresan nada. Ni alegrГ­a, ni pena. Es como si mis actuaciones y mi Г©xito los dejaran indiferentes. Me pregunto por quГ© siguen viniendo a mis estrenos, ya que no parecen apreciar nunca los ballets. Menos mal que el telГіn se baja por fin y puedo borrar mi sonrisa forzada que me provoca calambres en el arco cigomГЎtico. Toda la compaГ±Г­a salta de alegrГ­a y se abrazan unos a otros teniendo cuidado de evitarme. Todos han comprendido que no me gusta el contacto con las personas. Solo algunos bailarines me prestan atenciГіn y asienten con la cabeza para felicitarme.

—Eres patética. Te crees tan superior a los demás que ni siquiera eres capaz de alegrarte con nosotros.

Parece que Agatha no ha agotado toda su energГ­a en el escenario. ВЎEstГЎ tan llena de odio hacia mГ­! Prefiero ignorarla y darle la espalda mientras me dirijo hacia mi camerino personal, pero mi competidora tiene otros planes para mГ­. Se planta delante de mГ­, bloqueГЎndome el paso, y sube el tono para que todas las miradas se claven en nosotras.

—Oye, no tienes por qué pavonearte. Tu actuación no ha sido tan buena. Como mucho, mediocre. ¿Tienes la cabeza en otra parte, quizá? Deberías retirarte del espectáculo antes de estropearlo definitivamente.

—Déjala en paz, Agatha. Caitlyn ha bailado muy bien esta noche. Ha estado fabulosa, como siempre.

Alex… Mi ángel guardián, siempre contra viento y marea. Nuestra historia fue breve y sin mayor interés, pero resultó ser un gran amigo para mí en vez de un amante. Es el único que se ha adaptado a mi volátil temperamento y a mi falta evidente de comunicación. Comprendió muy pronto que yo no tenía malas intenciones, sino que era mi manera de ser. Es el defensor de los oprimidos y las causas justas. Creo que yo sola ya represento el grueso de su trabajo de caballero andante, aunque no soy la única en beneficiarse de su apoyo incondicional. Desde luego, soy retraída, pero a Agatha no le gusta nadie, y quiere hacerlo notar especialmente en algunos de nosotros. Aprovecho la intervención de Alex para escabullirme hacia el pasillo mientras Agatha escupe su bilis a quien quiere escucharla.

Mis compaГ±eros estГЎn convencidos de que no tengo carГЎcter. Si se hubieran esforzado por conocerme, habrГ­an percibido la rabia que corre por mis venas y se muestra en mis ojos. Cuando era mГЎs joven, cualquier contrariedad provocaba una violenta crisis de ira durante la que golpeaba y rompГ­a todo lo que estaba al alcance de mis manos. Luego empecГ© a bailar, y mis crisis se fueron espaciando hasta desaparecer. La danza ha sido mi vГЎlvula de escape y no quiero volver atrГЎs. Prefiero parecer triste y sosa que loca. De pequeГ±a, el primer mГ©dico al que me llevaron mis padres los acusГі de maltrato. De los 42 signos de maltrato infantil, yo presentaba mГЎs de la mitad, desde las heridas fГ­sicas a los trastornos emocionales y de comportamiento. Afortunadamente, la asistente social que fue enviada a mi casa para hacer la investigaciГіn tenГ­a formaciГіn en problemas de autismo, evitando asГ­ enviarme a un hogar que no habrГ­a hecho mГЎs que deteriorar mi estado fisiГіlogico. La idea de expresar mis emociones a travГ©s de una actividad vino de ella. Una bendiciГіn. Me volvГ­ menos violenta, y por tanto, presentaba menos moratones y heridas en mi cuerpo, y concentrarme en el colegio se hizo mГЎs fГЎcil porque podГ­a dejarme llevar al final de la tarde. Solo mantenГ­a las huidas. No me iba muy lejos. Me refugiaba en casa de mi abuela esperando que pasara la tormenta. Me ha bastado con pensar en ella para verla aparecer en mi espejo. Es la Гєnica persona que puede entrar en mi camerino.

—Hola Caitlyn cat.

Siempre me harГЎ sonreГ­r. A pesar de los aГ±os que pasan, sigue llamГЎndome como cuando era pequeГ±a. Dejo el algodГіn y el desmaquillante para estrecharla entre mis brazos. Ya estГЎ. Por fin estoy en casa. Solo con su presencia, sin importar el sitio, me siento mГЎs tranquila.

—Hola abuelita.

—Deja que te mire, mi Cat.

Se aparta un poco y dejo que me vea de buen grado. No se le escapa nada, y tampoco las ojeras que ahora estГЎn visibles sin el maquillaje que las disimulaba.

—Estás magnífica, cariño. Pero trabajas demasiado y eso se ve. Tienes que descansar.

—Lo pensaré, abuelita.

Levanta una ceja con cara escГ©ptica. Me conoce demasiado bien.

—Vale. Haré un esfuerzo durante estos días contigo.

—Bien. Cuento con pasar el mayor tiempo posible en tu compañía. Después de tanto tiempo, estoy segura de que tenemos muchas cosas que contarnos.

Lo dudo, pero eso no tiene importancia. Todo lo que quiero es estar con ella, aunque no nos digamos nada. Y si yo no tengo nada que contar, puede que ella sГ­ lo tenga. SГ© que le encanta su nueva casa en medio de ninguna parte. Y su vecino. Sobre todo su vecino. Me habla de Г©l cada vez que me llama. Creo que sueГ±a, secretamente o no, con casarme con Г©l. Mi abuela aГєn tiene sueГ±os para mГ­. Es adorable.

—¿Estás preparada para salir, Caitlyn? Tus padres nos esperan para ir a cenar al restaurante.

Ah, sГ­. ВЎLa famosa cena familiar! La cena que solo tiene lugar las noches de mis estrenos y que hoy es mi Гєnico contacto con mis progenitores. Y sin embargo, a pesar de nuestra total ausencia de contacto el resto del aГ±o, no tengo absolutamente nada que decirles, o mГЎs bien, no consigo hablar con ellos, y esta cena se transforma enseguida en una comida silenciosa e incГіmoda en la que mi abuela se esfuerza durante dos horas en recrear vГ­nculos familiares que nunca han existido realmente. Me hace tan feliz esta idea como dejarle mi lugar de primera bailarina a Agatha.

—Eres mucho más expresiva de lo que crees, Caitlyn Cat. No pongas esa cara, cariño. Esta cena es importante para nuestra familia.

—¡Qué va!

—Bueno, de acuerdo. Es muy importante para mí. Quiero reunir a mi hijo y a mi nieta.

Esos ojos suplicantes… Durante mucho tiempo, quise tenerlos yo también. ¡Seguro que me habrían cambiado la vida!

—Eres una manipuladora, abuelita. Solo tengo que cambiarme y estaré lista.

—Eres la mejor nieta del mundo.

—Seguro que sí.

Se para justo antes de cruzar la puerta para darme un sobre que han metido por debajo. Lo cojo con manos temblorosas. Ahora, las cartas me asustan.

—Y Cat, ponte un vestido bonito, por favor. No quiero que a tu madre le dé un ataque al verte aparecer con jeans desgarrados como la última vez.

Verle la cara en aquel momento, realmente mereciГі la pena. Pero en este momento, no estoy para bromas. Abro el sobre rojo sangre sabiendo de antemano lo que contiene. Todas las cartas amenazantes que he recibido eran idГ©nticas a esta. Reconozco inmediatamente la letra llena de violencia que cubre el papel. Es grosera y violenta, tanto por las palabras como por la forma de escribir tan seca y escrita con tanta presiГіn que se han formado agujeros en la hoja por la virulencia de los gestos.

В«No me escuchaste. Te dije que eras mГ­a y te prohibГ­ mostrar tu culo con tutГє a todo el mundo. DeberГ­as haberte retirado tГє misma cuando tuviste la ocasiГіn en lugar de comportarte como una zorra. Ahora, yo me encargarГ© del asunto. Solo bailarГЎs para mГ­. Voy a buscarteВ».

Mi respiraciГіn es corta y estГЎ entrecortada y mis manos tiemblan tanto que la hoja cae al suelo. Es la primera vez que el hombre escribe su intenciГіn de venir a verme, porque se trata de un hombre, estoy segura. Las primeras cartas que me llegaron me habГ­an hecho pensar en un fan demasiado posesivo. Relataba en sus cartas la vida en pareja que imaginaba para nosotros, con gran acompaГ±amiento de palabras sucias. Al cabo del tiempo, las descripciones se volvieron mГЎs crudas, mГЎs amenazantes. PasГі de В«serГЎs mГ­a en todos los sentidosВ» a В«te voy a clavar mi pito y follarte hasta que grites de dolorВ». TambiГ©n me reprocha mi falta de reacciГіn y de implicaciГіn en nuestra pareja. ВїQuГ© pareja? No conozco a nadie lo suficientemente retorcido para inventarse una historia tГіrrida conmigo. La manera como me imagina demuestra claramente que no nos conocemos. Pero parece ser que ha decidido remediar eso. Saco mi mГіvil del bolso intentando recuperar el control de mГ­ misma. Desde que las cartas se han convertido en una fuente de angustia, se las remito al director del ballet que ha avisado a la policГ­a. Desgraciadamente, de momento, los inspectores no tienen ninguna pista y segГєn ellos, no debo preocuparme. Dicen que la mayorГ­a de los acosadores anГіnimos nunca pasan a la acciГіn. ВїY el resto? No me han dado ninguna respuesta. Como si fuera una paranoica. Bueno, lo soy un poco. Digamos que tengo una tendencia natural a extrapolarlo todo. Pero es hora de que cesen estas cartas.

—¡Caitlyn! Has estado fabulosa. Los comentarios de los espectadores son muy buenos.

—Gracias, señor, pero no le llamo para eso.

Le oigo suspirar al otro lado del aparato. Г‰l tampoco me aprecia especialmente. Me soporta porque le soy Гєtil. Le hago ganar mucho dinero y se siente obligado a hacer esfuerzos conmigo.

—¿Qué puedo hacer por ti?

—He recibido una nueva carta.

—Ya hemos hablado de eso. Debes pasar a otra cosa y tirarlas sin abrirlas. Ese hombre nunca pasará a la acción.

—Mire, he recibido una en mi casa y otra en mi camerino por debajo de la puerta.

El silencio que sigue me reconforta. QuizГЎ me tomen ahora en serio.

—Dáselas a los de seguridad al salir del teatro. Se las llevaré a la policía.

—Gracias, señor.

—De nada, Caitlyn. Disfruta de tu velada. Te la has merecido. Nos veremos mañana para hablar de la investigación.

—De acuerdo. Adiós.

Me siento aliviada tras esta llamada. Solo espero que estas nuevas cartas ayuden a avanzar en el caso. Ya me asusta bastante el mundo que me rodea para aГ±adir el miedo a un psicГіpata.

Me preparo rГЎpidamente. No porque tenga prisa por ver a mis padres, sino porque quiero deshacerme de estas malditas cartas que no soporto ver en mi tocador cuanto antes. Salgo del teatro despuГ©s de un Гєltimo vistazo en el espejo entregando ese correo a los agentes de seguridad.


CapГ­tulo 3

Caitlyn

Mis padres no han cambiado ni un ГЎpice. Mi padre sigue teniendo su cabello canoso despeinado y su mirada azul penetrante como la mГ­a, y mi madre estГЎ de punta en blanco con su riguroso traje pantalГіn y su moГ±o sin un mechГіn fuera de sitio. Su manera de mirarme tampoco es diferente de cuando era pequeГ±a: como si fuera una extraterrestre imposible de descifrar.

—Gracias por honrarnos con tu presencia, Caitlyn. ¡Te has tomado tu tiempo para venir con nosotros! Y sin embargo, sabes que tu madre no puede estar de pie mucho tiempo.

Es cierto que mi madre tiene algunos problemas en las rodillas debidos a la debilidad en sus articulaciones, pero solo le duelen cuando el tiempo estГЎ frГ­o y lluvioso, y esta noche, el cielo estГЎ completamente despejado.

—Hola, papá. Hace muy buen tiempo para la temporada, ¿no te parece? Hasta se pueden distinguir las estrellas.

—No seas insolente, Caitlyn.

Pues sГ­. Mis padres siempre han permanecido unidos, especialmente cuando se trata de ir contra mГ­. Mi abuela interviene antes de que la cena se vuelva muy corta. MГЎs que muy corta incluso, porque ni siquiera estamos en el restaurante.

—Vamos a cenar. Me muero de hambre.

Mi abuela me coge del brazo y caminamos en silencio por la acera, a la cabeza de nuestra pequeГ±a comitiva. Tengo la desagradable impresiГіn de que me observan. Como si una mirada me quemara la espalda provocГЎndome sudores frГ­os a lo largo de mi columna vertebral. PodrГ­a pensar que esta sensaciГіn procedГ­a de la presencia de mis padres, pero ellos nunca me han causado una reacciГіn tan epidГ©mica. Me estremezco observando los alrededores, pero la dГ©bil luz de la luna y las pocas farolas dispersas no me dejan distinguir bien la zona. Como mucho, crean inquietantes sombras en la penumbra.

—¿Tienes frío, cariño?

—No, abuelita. Estoy bien. Solo estoy deseando volver a casa. Estoy cansada.

No le he hablado de las cartas a mi abuela. No querГ­a que se preocupara por mГ­. Lleva una vida tranquila y no pienso estropeГЎrsela.

—¿Cuándo vas a ir a visitarme a Virginia? El aire puro y los espacios abiertos te sentarían muy bien.

—Seguro que sí, abuelita, pero la temporada acaba de empezar y las representaciones de la Bella Durmiente del Bosque durarán varias semanas.

—Y después, habrá un nuevo ballet y tú serás seleccionada con sobresaliente, evidentemente, y luego los ensayos para el nuevo espectáculo y de nuevo las representaciones. Esto no se acaba nunca, Cat.

Bajo la cabeza, avergonzada por ser tan mala nieta. Tiene toda la razГіn al hacer estos comentarios.

—Lamento decepcionarte, abuelita.

Se para tan bruscamente para mirarme de frente que mis padres chocan con nosotras.

—Tú nunca me decepcionarás, Caitlyn Cat. ¿Me oyes? Estoy extremadamente orgullosa de ti, y tus padres también.

Les lanza una mirada insistente a la que solo pueden responder positivamente.

—Por supuesto, Caitlyn. Nos alegramos por ti.

No es realmente lo mismo que estar orgullosos, pero me contentarГ© con eso. SГ© que no lograrГ© nada mejor por su parte. Seguimos caminando lentamente.

—Solo quiero que conozcas algo más que la danza. Y además, quiero presentarte a Baraqiel.

—¿Tu vecino?

Asiente con la cabeza.

—No me habías dicho todavía su nombre. Es muy raro.

—No lo juzgues sin conocerlo. Es un ángel, cariño.

ВЎCГіmo no! A mi abuela todo el mundo sin distinciГіn le cae bien. La amigable conversaciГіn habrГ­a podido pararse ahГ­, pero mi madre ha tenido que meterse en ella una vez instalada en la mesa.

—Bueno, ya sabe usted que Caitlyn no tiene tiempo para el amor, querida suegra. Tendría que interesarse por alguien que no fuera ella misma, y eso no creo que vaya a ocurrir.

Mi madre se pone cada vez mГЎs desagradable. Me pregunto para quГ© se esfuerza en venir a verme cuando estГЎ claro que no le apetece nada. Seguramente, mi abuela ha tenido algo que ver. Sabe ser muy persuasiva. Quisiera ser capaz de decir a mi familia que los quiero, pero para eso, mis padres tendrГ­an que aceptarme como soy, y eso nunca lo han hecho. Hoy, es demasiado tarde y mi silencio siempre lo entienden como un rechazo. De hecho, es mГЎs bien una aceptaciГіn de la situaciГіn. Como siempre, mi abuela actГєa de mediadora en nuestras relaciones conflictivas. Creo que sin ella, no habrГ­a ninguna interacciГіn entre mis padres y yo.

—Vamos a pedir. Se está empezando a hacer tarde para una vieja señora como yo.

Elijo mis platos, pero me siento oprimida entre el silencio que pesa en nuestra mesa y el alboroto de las conversaciones de los otros clientes. Mi abuela me conoce muy bien y me da la mano por debajo de la mesa.

—Vete, tienes tiempo.

Me levanto precipitadamente sin hacerle caso a mi madre que empieza ya a protestar. El aire de fuera me sienta muy bien. La ligera brisa acaricia mis piernas desnudas y me sonrosa las mejillas. Aprovecho la calma de la noche para dar algunos pasos, me apoyo en una pared y levanto los ojos hacia el cielo. No hay ni una sola nube y las estrellas titilan en esa magnГ­fica alfombra de terciopelo negro. PodrГ­a quedarme horas aquГ­, dejando que esta paz invada mi alma atormentada. De pequeГ±a, soГ±aba con echar a volar y bailar en una nube. Pero un ruido de pasos a mi izquierda me sobresalta y me hace darme cuenta de dГіnde estoy. Soy una mujer sola en una calle oscura de Nueva York. Me incorporo, sintiendo un malestar en el estГіmago. Vuelvo por donde he venido para llegar al restaurante. No me he alejado mucho, y sin embargo, la distancia de pronto me parece inmensa. Noto que alguien me estГЎ siguiendo. Estoy segura. Ruidos de pasos. Una fuerte respiraciГіn. Esto no me gusta, y una sorda angustia se apodera de mГ­ mientras mi corazГіn late a cien por hora. Acelero el paso, aliviada por haber llegado por fin a mi meta, y le doy las gracias al portero que toma la iniciativa de abrirme dejГЎndome pasar sin que tenga que pararme. A salvo tras las puerta de cristal, me doy la vuelta pero solo veo la calle desierta y silenciosa. No hay nadie a la vista. Mi corazГіn recobra un ritmo mГЎs calmado, pero mi cabeza queda atrapada en la angustia. Las emociones se mezclan en mi interior, amenazando con provocar una crisis autГ­stica como no tenГ­a desde hacГ­a mucho tiempo. Me refugio en uno de los baГ±os, cierro con el pestillo, y me acurruco haciГ©ndome un ovillo en el suelo, balanceГЎndome de adelante hacia atrГЎs. Necesito bailar para exteriorizar el miedo que me consume, pero en este momento, eso es imposible. Intento entonces centrarme en mГ­ y pensar con serenidad. ВЎEs mГЎs fГЎcil de decir que de hacer!

Se oyen unos tacones en las baldosas del suelo delante de mi puerta. Instintivamente, me muevo hacia atrГЎs, pero la taza del inodoro a mi espalda me bloquea.

—¿Caitlyn Cat? ¿Estás bien? Te he visto en el hall, pero no has vuelto a la mesa.

Al escuchar la voz de mi abuela me siento mejor. Decido concentrarme en esto, en ella y su voz, contando en mi cabeza. InspiraciГіn, 1, 2, 3, 4. ExhalaciГіn, 1, 2, 3, 4. Repito el ejercicio cinco veces seguidas. Mi abuela, tras haber mirado en todas las cabinas, se para ante la puerta de la mГ­a.

—Ábreme, Cat. Estoy segura de que estás ahí.

Extiendo el brazo para quitar el cerrojo de la cerradura y mi abuela abre la puerta lentamente. Sus ojos estГЎn tristes cuando me mira. Se pone en cuclillas delante de mГ­ y me acaricia el cabello como hace siempre que me nota atormentada.

—¿Qué ocurre, cariño?

No quiero hablar de ello. Ahora no, y sobre todo, aquГ­ no. Se lo contarГ© todo. Lo necesito. Pero lo harГ© en mi casa, en la seguridad de mi hogar. Si es que allГ­ estoy a salvo, porque ya no estoy segura.

—Tus padres te quieren, Caitlyn Cat. Lo que pasa es que no saben cómo comportarse contigo. No consiguen entenderte.

—Ya lo sé, abuelita. No pasa nada.

Prefiero que piense que estoy asГ­ por culpa de esa incГіmoda cena, al menos por el momento.

—Anda ven, cariño. No te quedes en el suelo, que vas a coger frío en estas baldosas heladas.

Me ayuda a levantarme y me coloca bien el bajo de mi vestido que estГЎ un poco subido.

—Ya has pasado la edad de enseñar tus braguitas, cariño.

Su comentario me hace sonreГ­r y nos vamos a la mesa, de la mano.

—Vaya, por fin volvéis. Hace una eternidad que nos han servido los platos, y no tardarán en enfriarse. ¿Qué estabas haciendo, Caitlyn? ¿Firmabas autógrafos?

Me echarГ­a a reГ­r si no fuera porque tengo ganas de llorar. Mi madre estГЎ convencida de que he preferido la celebridad en vez de la vida familiar a su lado. ВЎCuГЎnto se equivoca! Lo que he elegido es la normalidad, la libertad. En definitiva, he elegido liberar mi mente de todas las sensaciones que me bombardean todo el tiempo para vivir una vida banal, aunque la mayorГ­a de la gente no la considera tan normal. Es verdad que en la mitad de los autobuses de la ciudad hay una foto mГ­a vestida con el traje clГЎsico de bailarina, y que aparezco regularmente en las revistas especializadas. Sin embargo, lo que yo veo, es que hago lo que me gusta. Y hasta Гєltimamente, lograba abstraerme de todo el jaleo que me rodeaba.

—Podrías al menos sentarte, para que podamos empezar por fin.

—Perdón. Por supuesto.

Efectivamente, como suele pasar, estaba perdida en mis pensamientos y me quedГ© inmГіvil junto a la mesa. Me siento entonces en mi silla y la cena va pasando como todas, en un silencio casi religioso, solamente entrecortado por frases de mi abuela que intenta desesperadamente reanudar el diГЎlogo entre todos nosotros.

—Quizá podríamos visitar todos juntos la ciudad mañana.

—¡No lo creo! Seguro que nuestra estrella nacional tiene cosas mejor que hacer que pasar tiempo con nosotros.

Desde luego, mi madre no me perdonarГЎ nunca ser lo que soy: ВЎindependiente! Cuando me diagnosticaron trastornos del espectro autista, se disgustГі, porque mis crisis de ira eran incontrolables, pero tambiГ©n se dijo que entonces siempre la necesitarГ­a a mi lado para desenvolverme en la vida, y le gustaba esa idea. Pensaba que serГ­a eternamente la niГ±a de mamГЎ. El futuro le demostrГі lo contrario.

Prefiero responder a mi abuela para no discutir con mi madre.

—Mañana no trabajo. Nos dan un día de libertad. Solo debo hacer ejercicios por la mañana y después, soy toda tuya.

—¡Qué milagro! Esto no debe ocurrir con frecuencia, ya que nunca tienes tiempo para llamarnos!

Mi abuela interviene, como siempre.

—Me encantaría visitar Ellis Island. Nunca hemos ido allí todavía.

Yo tampoco, nunca he puesto allГ­ los pies. Sentirme atrapada en un ferry, nunca me ha entusiasmado demasiado, pero alejarme, aunque solo sea por unas horas, de la gran manzana y de mis problemas en compaГ±Г­a de mi abuela es una idea muy seductora.

—Es una idea excelente, abuelita. Iremos después de comer. Me ocuparé de sacar los billetes antes de mis ejercicios.

—¡Y ni siquiera nos preguntas si queremos ir con vosotras, por supuesto!

Me trago la bola que me obstruye la garganta. Mi madre no se callarГЎ nada esta noche. Parece que ha llegado la hora de ajustar nuestras cuentas. Desgraciadamente, no estoy en condiciones de soportarlo y prefiero ser sumisa y controlarme aunque tenga que romper el apoyabrazos de mi silla clavando los dedos encima.

—Papá, mamá, ¿queréis venir con nosotros a Ellis Island mañana?

—Pues mira, resulta que no podemos. Mañana trabajamos. ¡No estamos disponibles cuando la señora se decide a concedernos un poco de su tiempo!

ВЎTodos esos comentarios para acabar asГ­! Y despuГ©s, me reprocharГЎn que no hago ningГєn esfuerzo. Me muerdo la lengua tan fuerte para no chillar que la sangre invade mi boca. OjalГЎ se termine esta cena para que pueda por fin refugiarme en mi casa y soltar este exceso de tensiГіn. He arreglado toda una habitaciГіn con este objeto, con espejo y barra transversal en la pared. Una minisala de baile personal que me va a ayudar mucho si quiero dormir esta noche.

ВЎPor fin estoy en mi casa! Mis cГіmodos ingresos me permiten tener este gran piso de tres habitaciones en pleno centro de Nueva York, cerca del American Ballet Theater sin tener que coger el transporte pГєblico. Un autГ©ntico lujo para mГ­. Voy a todas partes andando y eso me sienta bien. Abro la puerta y le indico a mi abuela que entre. Aunque estГЎ en forma para su edad, la noto cansada, y estoy segura de que estГЎ impaciente por llegar a su habitaciГіn. Porque ella tiene su habitaciГіn en mi casa. Nunca invito a nadie salvo a ella, asГ­ que la tercera habitaciГіn se ha decorado segГєn sus gustos.

—Mira, Caitlyn Cat. Han metido una carta por debajo de tu puerta. ¿Tienes un admirador secreto cuya existencia me has ocultado?


CapГ­tulo 4

Caitlyn

Siento que el color abandona mi rostro, que mi corazГіn se hiela en mi pecho y mis manos se vuelven sudorosas. No necesito mirar el sobre que tiene en sus manos para saber de quiГ©n es. Tres en el mismo dГ­a. Es una novedad de la que podrГ­a haber prescindido sin ningГєn problema.

—¿Caitlyn? ¿Hay algún problema?

—No. Ninguno.

Mis manos tiemblan tanto como mi voz cuando cojo el sobre tan rojo como la sangre que corre por mis venas, contradiciendo mis palabras.

—Te conozco mejor que tú a ti misma. ¿Qué es lo que ocurre? ¡Y no me digas que nada!

Ante mi ausencia de respuesta y de reacciГіn, mi abuela toma la iniciativa. Coge el sobre, lo abre y lo lee en voz alta frunciendo el ceГ±o.

В«PrepГЎrate, llegarГ© pronto. Muy prontoВ».

Lee la misiva varias veces en silencio mientras yo me derrumbo contra la puerta despuГ©s de haber cerrado dando dos vueltas de llave. Bloqueo y desbloqueo la cerradura varias veces seguidas: mis trastornos obsesivos-compulsivos han vuelto debido a la presiГіn.

—¿Qué quiere decir esto, Caitlyn? Esto no tiene nada de romántico, ¿o me equivoco?

Sacudo la cabeza de izquierda a derecha, al borde de un ataque de nervios. Empiezo a golpear la parte trasera de mi cabeza contra la dura madera de la puerta tras de mГ­, esperando poder hacer salir todos los oscuros pensamientos y las angustias que la invaden. El ruido seco resuena en mi piso.

—No, Caitlyn. Esa no es la solución.

Pone su mano por detrГЎs de mi nuca para impedir que me haga daГ±o y me lleva a la fuerza hacia mi habitaciГіn de baile tirГЎndome del brazo.

—Te doy media hora para que te calmes. Después, quiero que tengamos una conversación seria. ¿Me has entendido?

Asiento con la cabeza y pongo en marcha la mГєsica sin perder un segundo. Hice que me insonorizaran por completo esta habitaciГіn para la tranquilidad de mis vecinos cuando la necesidad de desahogo se deja sentir a altas horas de la noche. No creo que les guste oГ­r mГєsica y los ruidos de mis saltos pasadas las 23 h. El ritmo es rГЎpido, potente, y resuena dentro de mГ­ como tambores. Es exactamente lo que necesito. Salto, giro y encadeno movimientos de improvisaciГіn para exteriorizar la rabia y la angustia que estas cartas me provocan. No puedo soportarlo mГЎs. Y no soporto que ahora lleguen a mi casa. No me doy cuenta del tiempo que pasa hasta que mi abuela apaga el equipo de sonido.

—Es muy violento, Cat.

Ni siquiera me habГ­a dado cuenta de que mi abuela se habГ­a quedado conmigo en lugar de ir a su habitaciГіn a descansar, y no dudo ni por un momento que se refiere a mi manera de moverme.

—No es la primera carta de este tipo que recibes, ¿verdad?

Cojo una de las toallas limpias que dejo siempre en la sala para secarme el rostro. Eso me da tiempo para recobrar una respiraciГіn mГЎs regular y reducir mi ritmo cardГ­aco.

—No. Las recibo desde que me eligieron para el papel principal de la Bella Durmiente del Bosque. Se hicieron cada vez más frecuentes a medida que nos acercábamos a la primera representación del espectáculo y esta es la tercera del día.

Mi abuela me estrecha entre sus brazos para reconfortarme.

—Oh, mi querida Caitlyn Cat. Deberías habérmelo contado. Si lo hubiera sabido, habría venido antes para ayudarte.

—Ya lo sé, abuelita. Pero tú tienes tu vida, y yo soy adulta. Debo mantenerme yo sola. Y además, solo son cartas, al fin y al cabo. Ya sabes lo que me cuesta gestionar las incógnitas, y está claro que no comprendo cuál es el interés de enviar esta clase de correo.

—Mantenerte a ti misma no quiere decir aislarte, cariño, y estas cartas no son inofensivas. ¿Has avisado a la policía?

—El director del ballet lo ha hecho por mí, porque las cartas llegaban al teatro hasta ahora, pero la investigación está estancada. No tienen ninguna pista y como nunca me han amenazado físicamente, no se toman en serio este asunto. Creen que me preocupo demasiado por tan poca cosa.

—Ya veo. Pero ahora, las cartas llegan directamente a tu casa. Eso lo cambia todo.

—Solo es así desde esta mañana. El director avisará a la policía de este cambio.

—Bueno. A la espera de que se solucione esta historia, me quedaré en tu casa para asegurarme de que no corres ningún riesgo.



















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